Todo empieza con este poema que el narrador escribe para la revista de la Sociedad de Cazadores de Japón:
Con su gruesa pipa de marino en la boca,
Un setter corriendo ante él en la hierba,
El hombre subía a grandes zancadas, a comienzos de aquel invierno,
Por el sendero del monte Amagi,
Y crujía la escarcha bajo sus suelas.
Llevaba en el cinto veinticinco cartuchos,
Un abrigo de cuero, marrón oscuro,
Una escopeta de Churchill de doble cañón…
Pero ¿de dónde le venía esa indiferencia, pese a su arma de blanco y brillante metal,
Ante el hecho de arrebatar la vida a las criaturas?
Fascinado por las anchas espaldas del cazador,
Yo miraba, miraba.Desde aquel entonces,
En las estaciones de las grandes ciudades,
O de noche en los barrios alegres,
A veces sueño,
Me gustaría vivir su vida…
Apacible, serena, indiferente.A ratos cambia la escena de caza.
No es ya el frío inicio del invierno en el monte Amagi,
Sino un seco lecho de torrente, pálido y desvaído.
Y la refulgente escopeta de caza,
Descansando grávida sobre el cuerpo solitario,
Sobre el alma solitaria de un hombre de mediana edad,
Irradia una extraña y adusta belleza,
Que jamás mostró,
Cuando apuntaba a una criatura.*
Pese a las expectativas del poeta nadie responde al poema, ni para alabarlo ni para criticarlo. Hasta que un día recibe la carta de un cazador, identificado con el del poema, que le pide que lea tres cartas que le adjunta. Todas son de mujeres importantes en su vida: Shoko, Midori y Saiko. Tengo la sensación de que los nombres tienen un significado, pero como no están escritos en japonés, no puedo descifrar los ideogramas. Al margen del posible simbolismo de la escopeta, el cazador y las tres mujeres, la novela corta no me ha aportado gran cosa, lo que a su vez me lleva a la pregunta que siempre me hago y que todavía no he sido capaz de responder: ¿por qué lo que para unos es una obra de arte a mí me deja indiferente? ¿Qué es eso tan importante que yo no soy capaz de ver?
No me gusta coaccionar a los lectores para que opinen, pero esta vez lo hago en forma de súplica. Si alguno de vosotros ha leído La escopeta de caza, ¿podéis explicarme qué vivencia, técnica literaria o como queráis llamarlo ha provocado la sensación de estar ante algo grande en vosotros?
*He respetado la puntuación de la edición de Anagrama, aunque yo la considero incorrecta.