Archivo de la etiqueta: Francis Scott Fitzgerald

The Trip to Echo Spring de Olivia Laing

I.

Physically, Echo Spring is nothing more than a nickname for a liquor cabinet, drawn from the brand of bourbon it contains. Symbolically, though, it refers to something quite diferent: perhaps to the attainment of silence, or to the obliteration of troubled thoughts that comes, temporarily at least, with a sufficiency of booze.

II.

He says: «It was in my mind that if you weren´t able to function in action you might at least be able to tell about it, because you felt the same intensity – it was a backdoor way out of facing reality.»

«He» es Francis Scott Fitzgerald.

III.

Hunger was constitutional with him,
wine, cigarettes, liquor, need need need
until he went to pieces.
The pieces sat up & wrote.
John Berryman

IV.

Perhaps he also thought of Robert Jordan, who once said to himself of the things he had done: «But my guess is you will get rid of all that by writing about it… Once you write it down it is all gone.»
Robert Jordan es el protagonista de Por quien doblan las campanas. Está hablando de Hemingway.

V.

that one night, instead of warm pajamas,
I´d take off all my clothes
& cross the damp cold lawn & down the bluff
into the terrible water & walk forever
under it out toward the island.
John Berryman

VI.

Pt. admits that he is an alcoholic… Indication of depression, anxiety, immaturity, lack of insight, high aesthetic interests, feelings of alienation, & dependency… Admitted he is full of fear.
Un terapeuta sobre Berryman.

VII.

At some point, you have to set down the past. At some point, you have to accept that everyone was doing their best. At some point, you have to gather yourself up, and go onward into your life.

VIII.

I mean we all carry something inside us that can be rejected; that can look silver in the light. You can deny it, or try and throw it in the garbage, by all means. You can despise it so much you drink yourself halway to death. At the end of the day, though, the only thing to do is to take a hold of yourself, to gather up the broken parts. That´s when recovery begins. That´s when the second life – the good one – starts.

El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald

El gran Gatsby  El propio autor a su editor: «He escrito la mejor novela de los Estados Unidos de América.» (¡Qué gran confianza en sí mismo!)

T. S. Eliot: «El Gran Gatsby es el primer paso adelante dado por la narrativa norteamericana desde Henry James.» (Opinión cauta.)

Haruki Murakami: «Fitzgerald es mi autor favorito.» (Opinión. Y no se refiere precisamente a esta novela.)

Ernest Hemingway: «Fitzgerald es el mejor de todos nosotros.» (Opinión. (y 2). Otra vez, se refiere al autor, no a la novela.)

Gertrude Stein: «Le leerán cuando muchos de sus contemporáneos estén olvidados.» (Opinión vidente.)

Harold Bloom: «El gran Gatsby tiene pocos rivales como la gran novela americana del siglo XX. Al volver a leerla, una vez más, mi inicial y primera reacción es de renovado placer.» (Opinión no discutible.)

Mejor y favorito son los dos adjetivos más utilizados. Y solo son ejemplos de figuras literarias. La crítica va mucho más allá: comparan a Gatsby con el Quijote, con los héroes de la tragedia griega, incluidos Aquiles y Ulises, lo vinculan con aspectos del existencialismo y, finalmente, resulta que Gatsby somos todos.

A veces creo que soy rematadamente tonta. Los días en los que he estado leyendo la novela han sido reconfortantes, pero salvo el encuentro de Gatsby con Daisy, no he sentido en ningún momento la patada en el estómago necesaria para considerarla como la gran novela. No entiendo el remilgo de su protagonista. No siento empatía. Siempre que he leído a Fitzgerald me he sentido como una lectora indiferente. Quizá es porque no soy millonaria. Pero es peor no ser capaz de ir hilando a medida que he ido leyendo. «¡Oh! Esto me recuerda a cuando Aquiles se vistió para guerrear.» «Claro, la reacción de Ulises habría sido la misma.» «¿Pero cómo es posible que nadie se haya dado cuenta de lo mucho que tienen que ver Alonso Quijano y este hombre?»

Nada. Vacío.

¿Verdad que si yo supiera muchísimo más sobre jazz y sobre literatura mi percepción sería diferente? ¿Verdad que sí?

 

¿Verdad…?

Suave es la noche de Francis Scott Fitzgerald

  Los libros ocupan espacio, así que cuando alguien no lo tiene está convencido de que un amigo sí lo tendrá y se dedica a regalarlos. Además los suelen escoger con picardía para que el otro no pueda negarse alegando que tampoco tiene espacio para más. Regalan clásicos y ante ellos es difícil negarse. Si un libro tiene esa etiqueta significa que está por encima de todo, que su lectura es obligatoria, que debe despertar sentimientos más grandes que la vida y que otra consideración diferente convierte al lector es algo menos que un ignorante que no sabe apreciar la buena literatura.

Cada vez que leo un clásico tiemblo porque sé que si al cerrar sus tapas no siento nada, me pasaré días intentando recuperarme de la doble decepción, la que me ha producido el libro y la que me produzco yo misma al no ser capaz de entender qué es eso tan grande que yo no soy capaz de alcanzar. A veces lo atisbo, como con La montaña mágica de Thomas Mann, pero me cuesta imaginar a alguien volviendo a sus páginas para encontrar respuestas. Para mí eso es ser un clásico: un referente, algo que perdure, que sirva para contrastar, que conmueva, que suelte pavesas pero que mantenga el calor para siempre. Algo que incite a escribir comparaciones absurdas.

Suave es la noche es el ejemplo perfecto de clásico que yo no entiendo. Leo con sorpresa que es una de las mejores novelas de F. S. Fitzgerald. ¿Cómo es posible que a mí me decepcionara entonces? ¿Cómo se puede entender que la historia de un psiquiatra llamado Dick Diver que se casa con su paciente Nicole y sufre una crisis de identidad no me conmoviera? ¿Es comprensible que terminara un poco cansada del egocentrismo del señor? ¿Me convertiría en una hereje literaria si dijera que los problemas de Diver llegaron a importarme muy poco? ¿Que su indecisión y su cobardía llegaron a sacarme de quicio? Está claro que la culpa es mía. Algo debe de haber en mi carácter que me impida comprender a ciertos personajes literarios. Objetivamente sí soy capaz de entender la quijotización de Diver y la sanchificación de Nicole, pero hasta ahí. Y no es solo que no pueda identificarme con ellos, es que no entiendo el idioma que hablan.

De todas formas, no me rindo fácilmente y seguiré buscando. Sé que algún día lo encontraré. La Ilíada y Las uvas de la ira son solo ejemplos, pero sé que habrá más. El gran Gatsby es mi próxima apuesta. Veremos.