El propio autor a su editor: «He escrito la mejor novela de los Estados Unidos de América.» (¡Qué gran confianza en sí mismo!)
T. S. Eliot: «El Gran Gatsby es el primer paso adelante dado por la narrativa norteamericana desde Henry James.» (Opinión cauta.)
Haruki Murakami: «Fitzgerald es mi autor favorito.» (Opinión. Y no se refiere precisamente a esta novela.)
Ernest Hemingway: «Fitzgerald es el mejor de todos nosotros.» (Opinión. (y 2). Otra vez, se refiere al autor, no a la novela.)
Gertrude Stein: «Le leerán cuando muchos de sus contemporáneos estén olvidados.» (Opinión vidente.)
Harold Bloom: «El gran Gatsby tiene pocos rivales como la gran novela americana del siglo XX. Al volver a leerla, una vez más, mi inicial y primera reacción es de renovado placer.» (Opinión no discutible.)
Mejor y favorito son los dos adjetivos más utilizados. Y solo son ejemplos de figuras literarias. La crítica va mucho más allá: comparan a Gatsby con el Quijote, con los héroes de la tragedia griega, incluidos Aquiles y Ulises, lo vinculan con aspectos del existencialismo y, finalmente, resulta que Gatsby somos todos.
A veces creo que soy rematadamente tonta. Los días en los que he estado leyendo la novela han sido reconfortantes, pero salvo el encuentro de Gatsby con Daisy, no he sentido en ningún momento la patada en el estómago necesaria para considerarla como la gran novela. No entiendo el remilgo de su protagonista. No siento empatía. Siempre que he leído a Fitzgerald me he sentido como una lectora indiferente. Quizá es porque no soy millonaria. Pero es peor no ser capaz de ir hilando a medida que he ido leyendo. «¡Oh! Esto me recuerda a cuando Aquiles se vistió para guerrear.» «Claro, la reacción de Ulises habría sido la misma.» «¿Pero cómo es posible que nadie se haya dado cuenta de lo mucho que tienen que ver Alonso Quijano y este hombre?»
Nada. Vacío.
¿Verdad que si yo supiera muchísimo más sobre jazz y sobre literatura mi percepción sería diferente? ¿Verdad que sí?
¿Verdad…?