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La Biblia en España de George Borrow

  Cuando hablé de las Crónicas ibéricas de David Fernández de Castro profundicé en la historia de George Borrow, el vendedor de biblias protestantes de viaje por España, y comenté lo mucho que me gustaban los libros crucero, aquellos que te llevan a otros, y estos a otros y así hasta el infinito…

De lo que no comenté nada porque no había leído La Biblia en España todavía es de que aunque el entusiasmo se contagie no siempre produce el efecto deseado. Dicho de otra forma, que la curiosidad mató al gato. Si yo hubiera optado por no leer jamás el relato de George Borrow, el homenaje de Fernández de Castro habría quedado en mi memoria como algo agradable. Pero quise comprobar qué era eso tan especial que tenía el inglés que viajó por España en el siglo XIX y he de confesar que no lo he encontrado.

Esto tampoco es un problema. Hay muchas personas en el mundo que se dedican a coleccionar sellos. Forman clubes, se reúnen para intercambiar estampas, se gastan muchísimo dinero y son felices. En mi caso los sellos ni me gustan ni me disgustan y a sus aficionados los respeto igual que al resto. Y no lo digo con condescendencia. El problema es que los viajes de Borrow por España me han aburrido muchísimo, tanto que si no fuera por este blog, quizá los habría abandonado a su suerte.

Y eso no tiene solución ni explicación. Podría argumentar que me parece un narrador pésimo, desordenado y demasiado prendado de sí mismo, pero no sería válido. Simplemente no es para mí. Del mismo modo que no sé dibujar, tampoco Borrow es para mí. Y punto.

Crónicas ibéricas de David Fernández de Castro

Casi nadie se acuerda ya de George Borrow, pero a mediados del siglo XIX, en pleno Romanticismo y en una España metida hasta el cuello en las guerras carlistas, los del pueblo llano y no tan liso solían llamarle «Jorgito el Inglés»*.

Llegó a España desde Portugal como agente de la Sociedad Bíblica con base en Londres y con la intención de vender todos los libros sagrados protestantes que pudiera. Como comercial no tuvo mucho éxito pero su paso por este país, experiencia que trasladó a varios libros, sirvió (y sirve) a muchos artistas de inspiración para sus obras. El más importante, La Biblia en España, fue traducido por Manuel Azaña. El más curioso, la traducción del Evangelio de San Lucas al caló, dialecto gitano, demostró su fascinación por este pueblo, sensación que se mantuvo en The Zingali, también dedicado a los gitanos.

Me gustan los relato-crucero porque logran despertar mi entusiasmo lo suficiente como para viajar de un libro a otro hasta llegar a la fuente original. David Fernández de Castro siguió los pasos de Borrow por España de norte a sur. Queda poco ya de la España del vendedor de biblias. Y pese a que los huecos están rellenos de chascarrillos históricos, anécdotas actuales y mucho cariño hacia sus anfitriones, el conjunto sirve como mapa: George Borrow es el tesoro y todos los libros que se han escrito sobre él los pasos para llegar hasta él.

*En el libro, Jorgito está escrito Jorjito. Creo que es incorrecto y por eso lo he cambiado.