Leí Columbine en un ebook y cada vez que necesitaba alguna referencia visual tenía que acudir a internet. Creo que me sorprendió más la cantidad de altares dedicados a los asesinos que encontré en la red que todo lo que Dave Cullen describe en su investigación. Y no debería ser así.
Como es bien sabido, el 20 de Abril de 1999 dos estudiantes del instituto Columbine de Denver, Colorado, mataron a tiros a 12 compañeros y a un profesor, hirieron a otros 24 y después se suicidaron. Durante todos estos años han circulado por la red todo tipo de rumores, mitos e informaciones sin contrastar que han calado tan hondo en la mente de algunos que ahora se dedican a tratar a los asesinos como mártires que mataron porque sufrían.
Lo mejor que tiene el libro de Dave Cullen no es solo que hace una crónica exhaustiva de todo lo que pasó aquel día, sino que introduce el contexto, las causas, las consecuencias y, sobre todo, desmonta mitos. Todos. El de que los asesinos sufrieron acoso escolar y el de Rachel Scott diciendo «creo en Dios» antes de morir son los dos más conocidos, pero hay más. Cullen habla del papel de la policía, de las críticas de los padres de las víctimas, de la difícil recuperación de los heridos, de los padres de los asesinos, de los avisos que dieron, de sus enfermedades mentales y de la poca previsión de las autoridades. Lo abarca todo.
Después de leer el libro, volved a internet y buscad imágenes de los altares. Algo falla. Algunos dicen que la verdad no está nunca a la vista, que siempre hay que escarbar un poco. Coged pico, pala y provisiones.