Archivo de la categoría: Crónica

Columbine de Dave Cullen

ColumbineLeí Columbine en un ebook y cada vez que necesitaba alguna referencia visual tenía que acudir a internet. Creo que me sorprendió más la cantidad de altares dedicados a los asesinos que encontré en la red que todo lo que Dave Cullen describe en su investigación. Y no debería ser así.

Como es bien sabido, el 20 de Abril de 1999 dos estudiantes del instituto Columbine de Denver, Colorado, mataron a tiros a 12 compañeros y a un profesor, hirieron a otros 24 y después se suicidaron. Durante todos estos años han circulado por la red todo tipo de rumores, mitos e informaciones sin contrastar que han calado tan hondo en la mente de algunos que ahora se dedican a tratar a los asesinos como mártires que mataron porque sufrían.

Lo mejor que tiene el libro de Dave Cullen no es solo que hace una crónica exhaustiva de todo lo que pasó aquel día, sino que introduce el contexto, las causas, las consecuencias y, sobre todo, desmonta mitos. Todos. El de que los asesinos sufrieron acoso escolar y el de Rachel Scott diciendo «creo en Dios» antes de morir son los dos más conocidos, pero hay más. Cullen habla del papel de la policía, de las críticas de los padres de las víctimas, de la difícil recuperación de los heridos, de los padres de los asesinos, de los avisos que dieron, de sus enfermedades mentales y de la poca previsión de las autoridades. Lo abarca todo.

Después de leer el libro, volved a internet y buscad imágenes de los altares. Algo falla. Algunos dicen que la verdad no está nunca a la vista, que siempre hay que escarbar un poco. Coged pico, pala y provisiones.

Miedo, olvido y fantasía de Agustín Penón

Miedo, olvido y fantasíaAgustín Penón nació en Barcelona, en los años 20. Durante la guerra civil sus padres decidieron emigrar a Costa Rica, y desde allí, marcharon a Estados Unidos, donde Penón se alistó en el ejército y se convirtió en ciudadano estadounidense. En el año 1955 volvió a España, a Granada, para investigar el asesinato de Federico García Lorca. Todo lo que descubrió está plasmado en este libro.

Sin embargo, la crónica, que tiene casi ochocientas páginas, está construida solo con sus notas ya que Penón finalmente decidió no publicar todo lo que había descubierto. Los críticos dicen que porque no quería poner en peligro a las personas que le habían abierto su corazón pese a estar muertos de miedo. Después de haberlo leído dos veces, yo creo que también porque se mostró demasiado crítico con ellos.

Por lo tanto, yo dividiría el libro en dos partes teniendo siempre en cuenta que se trata de un borrador. Excelente, si se quiere, pero incompleto. La parte más importante es la de la investigación. En el año que Penón pasó en Granada consiguió testimonios de personajes muy importantes del entorno de Lorca: de los hermanos Rosales, en cuya casa el poeta se refugió antes de ser detenido, de José Jover Tripaldi, que supuestamente acompañó a Federico en sus últimas horas, y de Emilia Llanos, amiga del alma, por nombrar solo a unos pocos. Además, localizó el lugar en el que enterraron el cuerpo de Lorca en Víznar.

La segunda parte, la que quizá escame, está formada por todos los comentarios al margen que Agustín Penón hizo de todos ellos. Por seguir con el orden, nunca llegó a fiarse del todo de los testimonios de los Rosales, hacia Jover Tripaldi sentía mucho rechazo mezclado con agradecimiento y su relación con Emilia Llanos podría resumirse con sus propias palabras: «(…) mientras en mi fuero interno me sigo asombrando de la universal capacidad que tiene el sexo débil para los cambios de humor y la excitabilidad imprevista». Además, toda la crónica está plagada de referencias a una guía blanca espiritual, al parecer el mismo poeta, que no hay quien contraste (obviamente).

Miedo, olvido y fantasía se publicó en el año 2009 gracias a Marta Osorio (yo lo compré en la Huerta de San Vicente, en Granada).  Ian Gibson tuvo durante muchos años los derechos pero, el parecer, los utilizó solo como fuente (algunos dicen que ni eso). De la maleta con las notas de Penón y su maldición me río. Por último, me hubiera gustado saber cómo habría compuesto el autor su crónica. No es que no me guste la que hay, pero creo que no es justa… para Agustín.