Cuando antes de ayer terminé la reseña del libro de Jim Hutton tuve la impresión de que no había sido del todo sincera. El objetivo principal de este blog es hablar de sensaciones y en ese momento no describí ninguna, tan solo me limité a exponer y a criticar. Además, no sé si deliberadamente o no, no conté que lo leí en una sola tarde porque estaba en plena fiebre. Mal por mí.
Con Peter Freestone pretendo ser algo más justa. Primero, porque es un hombre encantador que soporta con paciencia y buen humor todas las preguntas que los fans suelen hacerle sobre Freddie. Segundo, porque es el único que sigue manteniendo vivo su recuerdo: acude a actos, da conferencias, cuenta anécdotas… Tercero, porque su libro es una descripción detallada no solo de los doce años que pasó junto a Freddie Mercury como asistente personal, sino de vestuarios, grabaciones de videos musicales, casas, comidas, cenas, cumpleaños, conciertos, novios… Cuarto, porque cuando se enfrenta a los temas difíciles, lo hace con sutilidad y con sentido del humor. Y quinto y último, porque a la honestidad hay que corresponder con honestidad.
Por todo eso he de contar que cuando terminé de leer su relato, en inglés y con muchas dificultades para captar todos los detalles, le escribí un mensaje tan sincero que creo que si él no se sintió incómodo al leerlo no importa porque ya lo hago yo ahora por los dos. No está bien avergonzarse de uno mismo pero tampoco lo está abrirse demasiado ante desconocidos, así que solo diré que le di las gracias. Por muchas cosas pero principalmente por demostrarme que el talento sin esfuerzo no vale nada y por enseñarme que la vida hay que vivirla. Y por ser el medio del mensaje.
Gracias, Peter.